Habladurías peligrosas

Adolfo, un pintor devenido en escultor, se encuentra a la espera de su esposa Tecla en un hotel de una pequeña isla adonde han decidido tomar un descanso. Por compromisos laborales -ella es escritora- llegará unos días más tarde. Mientras transcurre la espera, Adolfo conocerá a un afable huésped, con quien pronto entablará una entrañable amistad. Con Gustavo, que de él se trata, compartirán extensas charlas cuyo eje será la intimidad de la vida conyugal con Tecla. Esa relación tan apasionada con su atractiva esposa pronto se transformará en una obsesión enfermiza bajo la mirada de su interlocutor, quien le revelará una nueva perspectiva impensada hasta el momento y lo convencerá de un drástico cambio en su accionar para evitar seguir siendo el objeto de manipulación de su astuta y seductora mujer. Tal es su grado de convencimiento que ambos planearán un plan, el cual será llevado a cabo ni bien retorne Tecla. Pero a veces las cosas no son tan simples como parecen, y la llegada de ella traerá consigo un devenir de revelaciones que cambiará el destino de estos tres personajes. Un triángulo envuelto en el misterio de un pasado y la realidad de un presente que los modificará inevitablemente.
“Acreedores”, es definida como una de las obras más complejas del autor sueco August Strindberg, y quizás también una de las más autorreferenciales. Él mismo tuvo tres fracasos matrimoniales, aparentemente ninguna de sus mujeres le dejó un buen recuerdo, lo que hizo que con el paso de los años fuera desarrollando cierta mirada negativa hacia el universo femenino que luego plasmó en sus piezas teatrales. En este caso, la obra se presenta bajo la versión de Francisco Civit y Roberto Monzo y la traducción de Bárbara Togander. Civit también es el director de esta interesante puesta donde se destaca el trabajo actoral de los tres protagonistas: el propio Monzo, Verónica Pelaccini y Alfredo Staffolani y cuyo foco está centrado en el texto, la dialéctica. Hay un duelo verbal permanente entre estos seres en conflicto a ritmo vertiginoso que convoca la atención del espectador de comienzo a fin. El sentido y el peso que le dan a la palabra estos actores a través de sus personajes es verdaderamente meritorio y admirable. La acción está en el decir, y la velocidad con la que transcurre toda la historia. La escenografía y el vestuario de Cecilia Zuvialde imprimen la cuota intimista y de época apropiada de esta puesta, otorgándole belleza estética, que se completa con la iluminación de Facundo Estol.
En tiempos donde lo visual y lo físico van cobrando cada vez mayor espacio en el universo teatral, “Acreedores” se abre camino con la riqueza de su texto y de sus interpretaciones, renovando el sentido de la palabra, que a pesar de los años se presenta tan vital, fresca y actual. Para ver y sobre todo para escuchar. Y por supuesto también para reflexionar sobre las relaciones de pareja y las relaciones humanas, donde la manipulación, el sometimiento y la duda siempre pueden desgarrar lo más hondo del ser hasta llegar a aniquilarlo.

Ficha:
Actúan: Roberto Monzo, Verónica Pelaccini, Alfredo Staffolani
Dirección: Francisco Civit